jueves, 21 de octubre de 2010

Rebelión en la granja, de George Orwell

Un clásico es un libro que consigue retratar la naturaleza humana de tal forma que lectores de cualquier país y época pueden verse reconocidos en sus páginas, y precisamente eso es lo que es este librito.

Escrito por Orwell entre 1943 y 1944 como consecuencia de sus experiencias en la guerra civil española (formó parte de las brigadas internacionales), supone una crítica feroz de la revolución rusa y el posterior régimen de Stalin, pero sigue siendo perfectamente aplicable a cualquier régimen totalitario, y lo que es más desolador, a muchos aspectos de las sociedades democráticas actuales.

Con forma de fábula y utilizando un lenguaje sencillo y directo, Orwell describe el proceso de transformación desde los ideales iniciales de la revolución hasta la corrupción absoluta que el poder y su mantenimiento supone para los dirigentes, en este caso los cerdos.

Particularmente cruel es la definición de los demás animales de la granja-pueblo, los cuales tienen mucho entusiasmo, una gran capacidad de sacrificio y son bastante ingenuos, pero también cortos de inteligencia, sin memoria y están presos de una indiferencia ante las evidencias rayana en lo dramático. El único que entiende la situación, el burro Benjamín, es un escéptico que no hace nada por revertir las cosas, aunque se lamente del resultado final.

Lo que me ha llamado más la atención es la absoluta actualidad de la novela, ya que el genial recurso de utilizar animales y lo conciso del estilo permite concentrarse en el mensaje de fondo. No es nada difícil trasladar cada uno de los protagonistas animales a nuestros días e identificarse con alguno de ellos. Yo, claro está, tengo el mío seleccionado y no es muy complicado de adivinar.

Una novela maravillosa y desoladora, que el propio Orwell se encargaría de superar con 1984.