viernes, 26 de noviembre de 2010

En un día de lluvia

Ayer leí una gran historia de cómic titulada "En un día de lluvia". Pertenece al tomo 10 de "El lobo solitario y su cachorro" de Koike y Kojima.



Esta obra tenía un prestigio mítico ya que según reconoció en su momento Frank Miller era una de sus obras de cabecera. La verdad es que la obra me parece muy buena con algunos destellos deslumbrantes aunque desigual, como no podía ser de otra manera en una serie con más de 8.700 páginas. Cuando aciertan como en este caso te impactan con la fuerza de una obra maestra. Pocas veces se ha mezclado tan bien la narración en viñetas, con la poesía, la sensibilidad, el concepto del héroe, y el sacrificio.
No me extraña que estos tebeos le gustaran a Miller y no me sorprendería que algún día dijera que por ejemplo Hartigan, de "Ese Cobarde Bastardo" está inspirado en esta historia.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

La Conexión Peabody

A finales de los 30, Billy Wilder y Charles Brackett eran los guionistas mejor pagados de Hollywood. Acababan de tener un gran éxito con “Ninotchka” de Ernst Lubitsch cuando en 1939 escriben el guión de “Medianoche” (Midnight) dirigida por Mitchell Leisen.



La película es un ejemplo perfecto de screwball comedy, sofisticada y elegante, donde se alcanzan unas cotas de perfección a la altura de los hitos del género.

El reparto es muy bueno: Claudette Colbert, en un papel hecho a su medida, da vida a aventurera que llega a París dispuesta a ascender socialmente por medio del matrimonio. Su personaje se llama Eve Peabody, nombre que Cameron Crowe en su libro de entrevistas a Billy Wilder califica como de detalle genial.
Don Ameche encarna a un taxista de buen corazón que ayuda a la Colbert y que se enamora perdidamente de ella. John Barrymore es un noble parisino casado con una mujer más joven (Mary Astor) que le engaña con un galán de la época y que intenta por todos los medios recuperarla. Para ello, no se le ocurre una idea mejor que contratar a la señorita Colbert para que seduzca al amante de su mujer y así se olvide de ella.

Este planteamiento tan políticamente incorrecto y rompedor para su época, es sin embargo aceptado por el espectador gracias al gran desarrollo del guión que en las tres secuencias iniciales marcan el tono de la película. El gran acierto a mi entender de Wilder y Brackett es situar la acción en París y en el mundo de la alta sociedad. Comportamientos que en personas normales escandalizarían al espectador se consideran posibles en ese mundo de lujo, sofisticación y decadencia de la vieja Europa. Además, la genial interpretación de Barrymore nos convence de la “realidad” de la situación. Viendo su actuación pienso qué he estado haciendo todos estos años sin tenerle en el panteón de los grandes.



La película tiene muchas anécdotas adyacentes, por ejemplo, el director Mitchell Leisen hoy casi olvidado, era uno de los grandes en esa época, y deberíamos recordarlo aunque sólo fuera porque fue el culpable de que Billy Wilder se pusiera definitivamente a dirigir, harto de que machacara sus guiones.
Para completar os dejo un enlace con un análisis genial de la película en el blog de Ethan.

Como estaba con ánimo de un mini ciclo de comedia, a los pocos días volví a ver “La fiera de mi niña” (1938) de Howard Hawks, considerada esta sí, no sólo como la mejor screwball, sino también una de las mejores comedias y una de las mejores películas de la historia. Casi nada.

Poco hay que añadir que no se haya dicho ya de esta obra maestra que sigue tan fresca como cuando se estrenó, por cierto con un importante fracaso. Si acaso, unas cuantas curiosidades:
1.-En primer lugar, destacar a los secundarios de la película que están excepcionales. Con ellos me ocurre lo típico: su cara me suena pero no logro identificarlos, así que investigando encontré esto:
May Robson, que encarna a la señora Random, la tía rica de Susan Vance (K Hepburn) También participó en “Dama por un día” (1933) de Capra y “Ha nacido una estrella” de W. Wellman (1939).
Walter Cattlett, que interpreta al Sheriff Slocum, participó poco después en la versión con actores de carne y hueso de la obra maestra de Al Capp “Li´l Abner”(1.940) película que desconocía hasta hoy mismo. Y antes de ésta actuó en “El Secreto de Vivir” (1936) de Frank Capra, gran, gran película.
Barry Fitzgerald, el jardinero de Ms. Random era un excelso actor secundario, habitual de la trouppe de John Ford y que ya había trabajado con él en “Hombres del Mar” o “¡Qué verde era mi valle!”, pero que entró en la leyenda por interpretar a Michaeleen Oge Flynn en “El Hombre Tranquilo”(1952). Por cierto, no me resisto a comentar una anécdota sobre la película; Cuando estaba terminando de montarla Ford envía este telegrama a un amigo suyo:“El hombre tranquilo va mejor cada día. Cabe la remota posibilidad de que incluso guste a los irlandeses”.






2.-La canción que Hepburn–Grant cantan para atraer al leopardo Baby “Todo te lo puedo dar menos el amor baby” está traducida al revés del original en inglés “I can’t give you anything, but love baby”.



3.-Hepburn, que a raíz de películas como esta y alguna más era considerada veneno para la taquilla, fue obligada a comprar parte de los derechos de la misma para compensar el fracaso, lo que le supuso grandes ingresos a medida que la cinta fue ganando en estima crítica.
4.-Cary Grant no se veía en el papel de un intelectual y fue Hawks el que le dijo que imitara el look de Harold Lloyd, estableciendo una conexión visual con el slapstick del cine mudo que se añade a las diversas caídas, desgarrones, tropezones, persecuciones y equívocos varios.
5.-En 1972, Peter Bogdanovitch filmó el mejor homenaje al espíritu de las comedias clásicas de Hollywood y el slapstick en “¿Qué me pasa doctor?”. Buenísima también.



6.-Para finalizar, ¿Cómo se llama el abogado de la tía rica de Katherine Hepburn al que los protagonistas persiguen durante toda la película? Exacto. Mr. Peabody.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Santuario, de Edith Wharton


No conocía esta novela de Edith Wharton, que es una de mis autores favoritos, así que cuando la vi en la librería el placer fue doble. Poder leer algo nuevo de uno de mis escritores de cabecera, y encontrarlo como un pequeño tesoro oculto entre otras muchas opciones.

El libro me ha encantado, lógico por otra parte, aunque se nota el influjo de Henry James (es de las primeras obras de Wharton) y no muestra nada nuevo dentro de lo que constituirán las claves del mundo Whartoniano. Se trata de una historia de sacrificios y renuncias impuestas por la propia idea de cómo se debe comportar uno mismo. Además, plantea un tema muy debatido en el siglo XIX, el determinismo moral, es decir si los hijos de un padre moralmente reprobable heredaban esos defectos. También habla de expiación, ahora que está tan de moda el término. De todas formas, me sigue asombrando cómo un matiz, una palabra, un destello de egoísmo, es suficiente para destruir el pequeño mundo de los personajes de Wharton.

Cómo en casi cada historia siempre aparece un personaje, generalmente femenino, que se rebela contra este mundo de formas y sacrificios, que aunque en este caso juega un papel accesorio es determinante para el devenir de la historia. Se trata de una mujer moderna y ambiciosa que no duda en vincular su amor al previo éxito de su pretendiente, sólo que lo hace de forma explícita en contraposición a la silenciosa e inocente aceptación de las generaciones anteriores, representadas por la madre del protagonista.

Novela sobre un mundo ya desaparecido, espléndidamente editada por Impedimenta.

P.D. Si les gusta mínimamente este libro lean “La Edad de la Inocencia". No se arrepentirán.