viernes, 17 de diciembre de 2010

La tumba de Stendhal y otras historias

Leo con tonta autosatisfacción en un artículo de Rodrigo Fresán, que Kerouac mientras escribía "Satori en Paris" se arrodilló frente a la tumba de Balzac en el parisino cementerio de Père Lachaise. Esto me ha recordado que Enrique Vila-Matas en su libro "Para acabar con los números redondos" cuenta que se hizo una foto junto a la tumba de Stendhal en el otro cementerio de la ciudad, el de Montmartre.

Y aquí aparece la emoción del reconocimiento, yo también tengo una foto junto a la tumba de Stendhal.Hay que aclarar que me la hice sin saber que Vila-Matas había posado orgulloso casi en idéntica postura a la mía.



A. por cierto, no acababa de entender qué gracia tenía fotografiarse junto a una tumba, y aunque en ciertos momentos tiendo a darle la razón y pensar que no tiene sentido, en el fondo sólo lamento no haberlo hecho también junto a la de Truffaut, que estaba relativamente cercana.

Todo esto a cuenta de que me he releído "Eugénie Grandet" de Balzac. Historia trágica y desoladora que cuenta cómo una bondadosa e ingenua jovencita de provincias, cuya vida ha transcurrido entre las paredes de su casa esperando "ese algo de vida" que diría Conrad, es engañada y seducida por su primo mientras su padre,un vinatero enriquecido, piensa en ella como un mero instrumento para aumentar su riqueza.



Novela de las de antes con una caracterización insuperable (de la ciudad de provincias, sus prohombres, de la casa de Eugénie,...) y una construcción de personajes tan perfecta que con unas pocas líneas ya sabemos todo lo que necesitamos de cada uno de ellos. En especial, destaca el de la sirvienta Nanon,imborrable con su mezcla de lealtad, amor incondicional, sinceridad y abnegación.



Una lectura muy recomendable para las navidades, que la crítica considera como la mejor obra dentro de la ingente producción de Balzac.