miércoles, 28 de julio de 2010

Uzi & Ari. Gusanos en la cabeza.

Llegas a casa derrotado, portazo, piensas en poner música, decides que es mejor el silencio, tiras tus cosas en un rincón, te echas en el sofá a mirar el techo, a pensar. A pensar que todos tus días son realmente muy parecidos, que estas realmente cansado de tu trabajo, que hace tiempo que necesitas algo nuevo, un cambio. Un cambio para no pensar, para que cada día te parezca diferente. Ir a vivir al Sur, cambiar de profesión, nuevos proyectos para dejar algo por lo que la gente te recuerde. Cansado de darle vueltas al asunto te levantas decidido a poner música, descartas muchos discos buenos, poco adecuados. Finalmente te decides por uno. Uzi & Ari, Headworms. Vuelves al sofá, al techo, suena la primera canción, miras los títulos, 'Missoula', un lamento, violines, la canción crece, se llena de efectos, los vientos amenazan tormenta, decides subir el volumen antes de que se desate la guitarra. Tus pensamientos han tomado otra dirección, piensas en Ben Shepard, llegando a su casa en Salk Lake City derrotado, tumbándose en el sofá, mirando el techo, empapándose de Mogwai, Death Cab for Cutie, Thom Yorke, The National, Hood, pensando que algo tiene que cambiar en su vida, que tiene que aprovechar su talento. Suena 'Magpies's Monologue'. Ahora tu eres Shepard, estas encima de un pequeño y soleado escenario de algún festival cantando junto a una chica de voz dulce ante doscientas personas, sonríes, es el gran triunfo de tu vida. 'Thumbsucker' te saca de tu ensoñación para llevarte a unas pequeñas vacaciones de 3 minutos. El sol brilla, la mujer que amas está a tu lado, eres feliz, ríes, bailas. Vuelves a ver a Shepard, sus manos sobre la cara, suena 'Papercuts', piensa en dejarlo todo, esta arruinado, el reconocimiento que esperaba nunca llegó. Te gustaría decirle todo lo que te ha hecho sentir su disco. Que tú reconoces su talento. Que le envidias por lo que ha sido capaz de hacer. Que recordaras su trabajo cuando ya no esté. Que siga intentándolo por tí. Porque ha conseguido sacarte de la depresión y volver a creer que la vida y la gente que te rodea es estupenda y que no volverás al sofá a lamentarte, por lo menos hasta el día siguiente, cuando vuelvas a casa derrotado, tires tus cosas en el rincón, te eches en el sofá a mirar el techo, a pensar...

lunes, 26 de julio de 2010

El canon de los comics: La Patrulla -X de Claremont y Byrne



Carlos Pacheco lo resumía perfectamente en la bitácora de su amigo Rafael Marín:
A finales de los 70 y principios de los 80 John Byrne tenía “el perfume de lo invisible”. Era el rey de los cómics norteamericanos. Sólo hay que ver que en esos años se ocupó de los X-Men, posteriormente de los 4 Fantásticos y luego fue fichado por DC para impulsar a su personaje emblema, Superman. Simultáneamente a estas obras principales, creó Alpha Flight, dibujó una esplendorosa etapa de los Vengadores y unos grandes números en Capitán América.

Sin embargo, no es menos cierto que para ello contó con la inestimable ayuda del guionista Chris Claremont y sobre todo (al menos para mí) del grandioso entintador Terry Austin. Como en tantas otras ocasiones, todo surgió del encargo que reciben unos jóvenes autores con muchas ganas y empuje, de revitalizar una colección secundaria y en decadencia. Claremont y Byrne ya habían colaborado juntos en Iron Fist, firmando varios números del Marvel Team-Up, y en la historia autoconclusiva de ciencia ficción Star-Lord (no se la pierdan si tienen ocasión), cuando al primero le encargan los guiones de los X-Men en 1975. Byrne acabaría reuniéndose con él a finales de 1977, después de pedírselo insistentemente a Jim Scooter, el editor jefe de Marvel.



Existía química entre ellos y se complementaban perfectamente. Claremont sabía tejer historias con personajes creíbles y cercanos (especialmente los femeninos), llenos de dudas y problemas existenciales, y todo ello revestido de un barniz cultural como por otra parte se presuponía en un inglés. Sin embargo, tendía al sentimentalismo y al exceso de texto, con una cierta rigidez en la parte puramente superheroica de sus historias. Precisamente lo que le sobraba a Byrne, un gran talento para la acción y la definición de los personajes a través de la caracterización física (nunca Cíclope ha sido tan delgado como su apodo denotaba) y con un gran conocimiento de la historia de los superhéroes.

Sólo hay que observar la diferencia entre los primeros números que guioniza Claremont con David Cockrum al dibujo (números 94-107), frente a la etapa co-guionizada y dibujada por Byrne (números 108-143). Por ejemplo, se dice que es Byrne el que atisba el potencial de un personaje como Lobezno, (al que ni Claremont ni Cockrum tenían en mente como el más interesante de la serie, al primero porque le interesan más los personajes femeninos y a Cockrum porque pensó en Rondador Nocturno para ese puesto), diseñado en principio como simple contrapunto de los personajes principales, un rebelde incapaz de seguir la ortodoxia representada por Cíclope.

Con Byrne el personaje gana en intensidad y atractivo y permite conectar con la mayoría de los adolescentes, deseosos de romper también con las reglas de sus mayores. El punto máximo de este ascenso a la popularidad es la legendaria viñeta final del número 132 y las peleas del número siguiente con los hombres del Club Fuego Infernal, que muestran a un Lobezno desatado y sin mostrar piedad ni arrepentimiento con sus enemigos.



De hecho, en cuanto Byrne abandonó la serie, Claremont se dispuso a redefinir el personaje de una forma más acorde con su gusto, en la famosísima serie limitada con Frank Miller, en la que el personaje transita definitivamente a la situación más conocida por todos: la del hombre misterioso y sabio con el autocontrol necesario para utilizar sus poderes y su rabia en el momento necesario.

Como resultado del añadido de Byrne, Claremont puede por fin desarrollar ese complejo tapiz emocional, seguro de que los argumentos de Byrne son muy adecuados para conseguir el favor del público. Las tramas se afilan, empezamos a empatizar con los personajes, especialmente con los femeninos, cosa prácticamente inédita hasta ese momento en el género: Jean Grey, Tormenta, Moira McTaggert, Lilandra, Stevie Hunter, y cómo no, Kitty Pride son personajes muy bien definidos y desarrollados, que aportaron una nueva vía en las historias de superhéroes.

Dentro de un conjunto de grandes historias podemos destacar muchos momentos en la serie pero nos centraremos en dos:

“La Saga de Fénix Oscura”, es la historia más importante en al colección. Se inició en el número 122, con pequeños detalles insertos en la trama del número en cuestión y básicamente parte de la idea de convertir a una de las protagonistas, la Chica Maravillosa en un supervillano, para culminar con la muerte de Jean Grey en el 137. Esta es quizá la historia más controvertida editada por Marvel, ya que en un principio la idea original era que Jean perdiera sus poderes Fénix y volviera a su estado inicial sin acordarse de sus actos malvados como Fénix Oscura. El problema residía en que en el momento de dibujar la destrucción que una Fénix poseída por la locura produce en el espacio estelar, a Byrne se le ocurrió que quedaría más impactante que destruyera no sólo una estrella sino un planeta habitado.



Esa idea que no estaba en el guión original de Claremont, supuso que Jim Shooter no aceptara la solución propuesta para el personaje y exigiera su muerte, ya que no se podía permitir que un personaje que había cometido tales actos saliera indemne. El impacto de la muerte de Jean Grey fue brutal, con cartas de fans protestando por la desaparición de su personaje favorito. Personalmente, creo que la historia adquiere mucho más fuerza dramática con el final impuesto por Shooter, ya que en esta época todavía una muerte era una muerte y algo muy definitivo. Al final, la resucitarían mediante una rocambolesca idea (curiosamente del propio Byrne) en la colección de Los Nuevos Vengadores. Mucho del atractivo de la famosa continuidad Marvel se perdería con esta resurrección y como suele decirse nada sería igual.



Mi historia favorita y creo que la de toda mi generación ochentera es “Días del Futuro pasado”, donde se hace un ejercicio de distopia, es decir imaginar un universo alternativo en el que los mutantes han sido exterminados y los supervivientes intentan cambiar su presente al enviar al pasado un agente encargado de modificar la historia.
Este tipo de historias tiene el aliciente de ver a tus personajes de toda la vida en un rol diferente, aunque en el caso de Claremont se trata de imaginar un desarrollo lógico a 30 años vista, no de epatar al lector con cambios estrafalarios y sin mucho sentido, estilo el bueno es malo, un personaje femenino se vuelve hombre etc,
Curiosamente el referente que todos tenemos en la cabeza acerca de los viajes en el tiempo para cambiar el futuro, Terminator, es de 1984 mientras que el tebeo salió a la calle en 1981. Desconozco el dato de si Cameron estaba influenciado por el cómic pero bien podía haber sido así.


Es el canto del cisne de Byrne como dibujante y muchos creen que el esfuerzo de acabar esos números a tiempo con el nivel de detalle de escenarios y fondos, le indujo a simplificar su estilo centrándose en las figuras y abandonando progresivamente el desarrollo de todo lo demás.

Esta aventura se convertiría instantáneamente en un referente dentro de la colección así como una fuente para futuras historias: El personaje de Rachel, el Mojoverso, un Magneto bondadoso, etc.

Como resumen, podemos decir que los X-Men supusieron la conjunción del talento con la coyuntura necesaria para hacer de un título menor, uno de las mayores fenómenos de los cómics norteamericanos.

Actualización: Acabo de leer via Entrecómics una entrevista a Claremont y Byrne muy interesante que traducen en Frog 2000. Os prometo que hice el post antes de leerla je, je,.

miércoles, 14 de julio de 2010

jueves, 8 de julio de 2010

Cosmos


He vuelto a ver Cosmos, la serie de Carl Sagan, aunque sólo los tres primeros capítulos. A pesar de lo que piensa mi mujer, me ha vuelto a emocionar y maravillar como cuando tenía 13 años. Me acuerdo de cómo mi hermano y yo metíamos prisa a nuestros padres para volver a tiempo del paseo (era verano como ahora y sí todavía salíamos con ellos) y poder ver la serie, ya que no existía el video en nuestra casa.

Es cierto que una parte no desdeñable de esa emoción procede de la nostalgia, ya que hay ciertos aspectos que analizados desde el 2010 resultan un poco desfasados: los efectos especiales que sin embargo eran muy buenos para la época, el decorado de la nave...

Pero en lo esencial sigue transmitiendo la emoción del ansía por conocer, el asombro ante el genio de los científicos y pensadores que lucharon para conocer el mundo y el universo, la poesía y la belleza que hay en el universo. Nos hace reflexionar constantemente sobre la vida y lo que importa.

Siempre he recordado el momento del calendario cósmico en el que el hombre aparece en los últimos segundos del 31 de diciembre, la historia de Kepler y Brahe, la música que se seleccionó y grabó en la sonda viking como carta de presentación para los extraterrestres de nuestra especie y otras muchas cosas.

Muy pocas afirmaciones de las que aparecen se han visto desmentidas por el tiempo. El entusiasmo de Sagan y el nivel de los colaboradores es excepcional (por ejemplo me ha impactado descubrir que para explicar la teoría de la evolución contaban con Stephen Jay Gould).

Además tiene una maravillosa banda sonora de Vangelis...

lunes, 5 de julio de 2010

Rewind: The portable Frank, de Jim Woodring

Jim Woodring ha construido un universo delirante y extraño partiendo de la tradición de los cómics denominados “funny animals”, es decir historias con animales antropomorfizados, cuyo más claro exponente son los personajes Disney.


Con un estilo de dibujo cercano a la línea clara, elegante y muy creativo en el diseño de los escenarios y los personajes, Woodring nos sorprende con las aventuras de Frank, un personaje simpático en apariencia (gracias a la influencia inconsciente que el diseño y la tradición ejercen sobre el lector), pero que es egoísta, distante y hasta cruel en ocasiones, sobre todo con el denominado hombre-cerdo, centro de innumerables vejaciones y que suele acabar fatal en todas las historias. Frank se mueve en un mundo lleno de amebas carnívoras que surgen del aire, conoce a una especie de Demiurgo con un sonrisa enigmática que lo mismo ayuda a Frank que mantiene al hombre-cerdo en una celda de tortura, tiene una mascota que es una especie de …, no sabría decir qué, pero con cola y con muy mala leche, y así descubrimos hallazgos casi en cada página.
Frente al carácter amable de sus referentes, Woodring introduce en todas sus historias una sensación indefinida de amenaza, de inquietud, magistralmente reafirmada por el silencio que impera en el desarrollo de las historias y el ritmo narrativo. Así, al ir leyendo las diferentes partes nos zambullimos en una marea de surrealismo coherente y cerrado, en la que el talento del autor nos plantea situaciones curiosas a las que cada lector puede dar su propia interpretación.
Historias que parecen sueños y mundos en lo que todo es posible y nada es como lo conocemos.