En este tiempo, Miyazaki se ha convertido en un cineasta muy conocido y considerado no sólo en el ámbito de la animación, así que no necesita de mucha presentación.
Con un estilo muy depurado en la línea del mejor Moebius (casi nada) y una estética cercana al “steampunk medieval”, nos cuenta una historia de aventuras en un mundo amenazado y al borde de la destrucción por el efecto del desarrollo sin control, dónde el mayor peligro son los seres humanos y sus actividades, así que la heroína intentará por todos los medios que volvamos a valorar lo que de verdad es importante: el respeto a todos los seres vivos, el desarrollo interior de cada uno, y sobre todo la armonía con la naturaleza de la que somos una parte más y no sus únicos dueños.

Mi impresión del cómic es…que se confirma la opinión que me había formado de Miyazaki viendo sus diferentes películas. La sensibilidad ecologista-humanista funciona mejor en historias sencillas aunque contengan tonos fantásticos tipo Chihiro, Totoro, que en grandes epopeyas inscritas aunque sea nominalmente en el género de aventuras.
Así, y como no podía ser de otra forma en un cómic de 1.200 páginas hay altibajos en la trama, personajes muy interesantes que casi no son utilizados, subtramas que se abandonan y en general una cierta confusión en el desarrollo de la historia… pero sin embargo, se lee de un tirón, nos implicamos en lo que nos cuentan, el dibujo es espectacular y tiene momentos de auténtica emotividad como sólo un autor japonés puede conseguir.