miércoles, 26 de mayo de 2010

El canon de los comics: Comanche

El western es el género norteamericano por excelencia. La construcción del país y su cultura se asientan en la conquista del oeste elevada a la categoría de mito fundacional.
En su imaginario aparecen temas clásicos cómo la libertad de los pioneros frente a la llegada de la civilización con sus leyes y limitaciones, el conflicto y las relaciones con las tribus indias, la construcción del ferrocarril como signo del avance inexorable del desarrollo, la ley del más fuerte ejemplificada en los pistoleros y sus duelos,.

En el mundo del cómic la paradoja es que las grandes obras del western son europeas:Desde el “Blueberry” de Charlier-Giraud, al “Jerry Spring” de Jijé, pasando por el “Ken Parker” de Berardi-Milazzo, “Manos Kelly” y “McCoy” de Hernández Palacios, “Durango” de Swolfs, “Mississipi Jim” de Giraud-Charlier, “Buddy Longway” de Derib, Tex, etc la lista es interminable. Como curiosidad, siempre me ha resultado alucinante la famosa anécdota de cómo Meziéres (el dibujante de Valerian) fascinado por ese mundo se fue a Estados Unidos para trabajar como cowboy durante un par de años.



Sin duda uno de los grandes westerns tebeísticos es “Comanche” de Greg y Hermann (aunque ahora se ha puesto de moda llamarle Hermann Huppen). Un gran cómic que he leído en la edición integral de Planeta que recopila en dos volúmenes los 10 álbumes que hicieron juntos.

Publicada en el semanario Tintín, nació como una respuesta a Blueberry, y Jerry Spring que aparecían en sus revistas competidoras, Pilote y Spirou respectivamente. Sin embargo, y cómo declara el mismo Greg intenta alejarse de sus modelos introduciendo un tono más adulto y melancólico, frente al de la aventura en estado puro que se desarrolla por ejemplo en Blueberry.

La serie rinde homenaje a varios de los grandes directores de películas del oeste: por un lado, la influencia del western crepuscular de Peckinpah es notoria, eliminando la imagen más idealizada, y sustituyéndola por la suciedad, el desaliño, la difusa frontera entre el héroe y el asesino, la violencia cómo regla de supervivencia en la mayoría de los casos. Por otro lado, sin embargo estas historias nos traen ecos del cine más clásico desde John Ford a Howard Hawks, no en vano la primera viñeta de la serie es un homenaje a “La Diligencia”, y la caracterización de los personajes secundarios especialmente el viejo “Ten Gallons” nos remite a esos secundarios excepcionales de Hawks (pienso en El Dorado, por ejemplo).
Por otro lado, las 7 primeras páginas del álbum “El dedo del diablo” constituyen una espléndida recreación de la obra maestra por excelencia de Ford “El Hombre que mató a Liberty Valance” con una página final que me parece un homenaje siquiera indirecto al “Jeremiah Jonson” del dúo Pollack-Redford.



Y precisamente para mí la cota más alta de la serie es el díptico “El dedo del diablo-Los Sheriffs”, idea que reconozco tiene mucho que ver con el hecho de que fue precisamente “Los Sheriffs” el primer álbum que leí de Hermann, cuando se publicó en la transposición que hizo Bruguera de la revista “Tintin” a principios de los ochenta.
Si el guión es muy bueno, el nivel gráfico no le anda a la zaga. Hermann va añadiendo recursos álbum a álbum, manteniendo su capacidad narrativa y su fuerza expresiva, y al llegar a estos dos álbumes ha adquirido un dominio de la gestualidad y de la anatomía de los personajes espectacular, que le permite completar y mejorar el guión de Greg. Consciente de ello, se lanzaría a realizar sus propios cómics con un éxito tremendo.
Para ejemplo, esta plancha de Los Sheriffs, mi favorita de toda la serie, en la que Hermann hace una planificación ejemplar cambiando los puntos de vista, con picados-contrapicados, con una viñeta de detalle que nos aporta el punto de vista de un narrador objetivo.



La postura de Poncho con esas pierna abiertas y el revolver bajo nos dice que el personaje es un pistolero profesional, de los que no tienen dudas en disparar, en definitiva un hombre sin escrúpulos que puede sonreír un momento y matarte por la espalda al siguiente. Todo ello nos remite directamente a la caracterización del bandido Valance que hizo Lee Marvin , en el que en un momento de la película adopta una postura muy parecida y que fue copiada hasta la saciedad posteriormente en el spaghetti western.

Un grandísimo tebeo para disfrutar enormemente.