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lunes, 15 de noviembre de 2010

Santuario, de Edith Wharton


No conocía esta novela de Edith Wharton, que es una de mis autores favoritos, así que cuando la vi en la librería el placer fue doble. Poder leer algo nuevo de uno de mis escritores de cabecera, y encontrarlo como un pequeño tesoro oculto entre otras muchas opciones.

El libro me ha encantado, lógico por otra parte, aunque se nota el influjo de Henry James (es de las primeras obras de Wharton) y no muestra nada nuevo dentro de lo que constituirán las claves del mundo Whartoniano. Se trata de una historia de sacrificios y renuncias impuestas por la propia idea de cómo se debe comportar uno mismo. Además, plantea un tema muy debatido en el siglo XIX, el determinismo moral, es decir si los hijos de un padre moralmente reprobable heredaban esos defectos. También habla de expiación, ahora que está tan de moda el término. De todas formas, me sigue asombrando cómo un matiz, una palabra, un destello de egoísmo, es suficiente para destruir el pequeño mundo de los personajes de Wharton.

Cómo en casi cada historia siempre aparece un personaje, generalmente femenino, que se rebela contra este mundo de formas y sacrificios, que aunque en este caso juega un papel accesorio es determinante para el devenir de la historia. Se trata de una mujer moderna y ambiciosa que no duda en vincular su amor al previo éxito de su pretendiente, sólo que lo hace de forma explícita en contraposición a la silenciosa e inocente aceptación de las generaciones anteriores, representadas por la madre del protagonista.

Novela sobre un mundo ya desaparecido, espléndidamente editada por Impedimenta.

P.D. Si les gusta mínimamente este libro lean “La Edad de la Inocencia". No se arrepentirán.

lunes, 11 de octubre de 2010

"Meridiano de Sangre", de Cormac McCarthy

Una reseña de un libro leído por Jeune Albert - Donde el blogger confiesa su incapacidad - Un homenaje al traductor - Presumiendo de conocimientos - Inciso Final




Es muy difícil resumir en pocas palabras o para el caso con alguna palabra que sea adecuada, la impresión que deja la lectura de “Meridiano de Sangre” la obra maestra de Cormac McCarthy. Acaso se me ocurre esto: el horror, el horror…

Como ya me sucedió con “La carretera”, que me gustó más pero que paradójicamente me parece peor libro que éste, se me ha hecho denso y agobiante por momentos y he interrumpido su lectura varias veces, con lo que el efecto global de la novela se ha atenuado. Y menos mal, porque pocas veces la palabra escrita te puede sobresaltar e inquietar tanto.

McCarthy,y por ende su traductor español Luis Murillo Fort, tiene un dominio sobrenatural del lenguaje, recursos infinitos para describir hasta el último detalle del territorio desértico entre Tejas y México dónde se desarrolla la novela, utiliza un lenguaje exuberante y apabullante por momentos (es de traca la cantidad de palabras nuevas que he aprendido), despliega innovación para introducir diálogos como si fueran narración, crea personajes inolvidables, introduce referencias tanto explícitas como subterráneas (la más clara esa conexión Juez Holden/Conrad/Brando), usa una trama descarnada y desmitificadora del oeste americano hasta el extremo, dónde ni siquiera los conceptos del bien y el mal tienen cabida en la historia, difuminados por la propia vida. Cada personaje actúa tan al margen de cualquier código moral al uso, que la idea del mal se diluye hasta no parecer posible su consideración en la historia. La novela es tan amoral en su planteamiento y desarrollo, que esa absoluta ausencia predispone y potencia la reflexión moral del lector.

Y, en el fondo ese es el tema de la novela para mí y creo el tema favorito de McCarthy, la de la esencia animal del hombre y su conexión ancestral con la naturaleza, en la que sus instintos le llevan a cometer cualquier acto sin remordimientos, pero también a aceptar la muerte (violenta) como algo inevitable, sin lamentaciones. Y ahí, la figura del juez aparece como central, mítica, inmutable en el inicio y en el final.

lunes, 9 de noviembre de 2009

La biblioteca de Jeune Albert: La carretera


Con bastante retraso desde que me propuse leerlo he terminado "La carretera" de Cormac McCarthy. Tenía grandes expectativas porque “el doctor” me había dicho que era muy bueno y contrariamente a lo que suele pasar no me ha defraudado.

El inicio marca un tono sombrío, pesadillesco y sin concesiones que impregna todo el libro, que narra la supervivencia de un padre y un hijo en un mundo devastado por un desastre nuclear.

He visto reseñas de gente diciendo que se lee de un tirón y que no podían abandonarlo pero a mí me ha pasado lo contrario. Me ha resultado tan duro, tan descarnado, con una trama por otro lado ya clásica para los aficionados a la fantasía y la ciencia ficción, que lo leía a pequeños trozos para no saturarme de esa ceniza omnipresente en los paisajes.

No quedan héroes si alguna vez existieron, nos dice McCarthy, y vivimos en la falsa creencia de que hay cosas que la dignidad no nos permite ni siquiera pensar. Si desaparecen los mecanismos que hemos desarrollado con el tiempo para satisfacer nuestras necesidades, es decir lo que denominamos civilización, no hay ninguna cosa que no estemos dispuestos a hacer para sobrevivir.

Dicho así tampoco parece que sea nada extraordinario, ya se ha contado muchas veces en el cine y la literatura.
Lo extraordinario y verdaderamente emocionante del libro para mí, es la lucha del padre para que su hijo conserve la esperanza. Una lucha terrible ya que él mismo es una máscara andante que sólo se sostiene por el amor a su hijo.
El talento de McCarthy para, poco a poco, en pequeños retazos invertir la situación y mostrarnos que el niño a pesar de todo el horror que le rodea, ha aprendido la diferencia entre lo que está mal y lo que está bien, que sueña con un futuro mejor y finalmente se ha convertido en el referente moral de su padre y por extensión de todos nosotros, es verdaderamente impactante.

El libro tiene un final abierto pero esperanzador y poético que ha sido criticado en algunas reseñas, pero que me parece especialmente bueno.

Un grandioso libro que deja tocado de una forma muy profunda.