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lunes, 27 de diciembre de 2010

Cómics para creer (y leer). Los mejores de 2009-2010 (I)

Como mi amigo el Doctor me pide recomendaciones de cómics, ahí van unas sugerencias de lo que yo compraría ciñéndome a tebeos del 2009-2010:

Daredevil: Born Again, de Miiler y Mazzuchelli (Panini 22,95 euros)
Reedición en tomo del mejor cómic de superhéroes de los últimos 30 años. Miller con sus obsesiones y sentido narrativo proporciona un guión magistral para que Mazzuchelli aplique su inmenso talento a través de su depuradísimo estilo y nos entregue una narración sólida y sin fisuras. La colección de Daredevil debió acabar aquí.



Planetary, de Warren Ellis y John Cassaday (Norma 2 tomos 26 euros c/u)
Homenaje a la cultura popular por donde desfilan personajes de los pulps de los años 30, los superhéroes, Godzilla, vampiros, conspiraciones, misterio, es decir, aventura con mayúsculas. Ellis nunca ha estado mejor a pesar de que la serie se demoró en exceso, por la lentitud del dibujante y problemas editoriales. Cassaday apaete de los retrasos muy bien, con un estilo limpio y funcional que capta la esencia de los diferentes homenajes.



Adolf Edición Ultimate, de Osamu Tezuka (Planeta 30 euros)
Lo mejor de Tezuka, el maestro del manga. Otras obras suyas tienen más prestigio o son más populares pero para mí, esta es de largo la mejor. Tezuka consigue engarzar elementos tan dispares como la politica-ficción, el melodrama, el thriller, la comedia, de una forma sensacional, tiñendo la obra de un humanismo y de un sentimentalismo en el buen sentido, que en otras manos hubiera acabado en ridículo total. Además la nueva edición es muy bonita.



El arte de volar, de Kim y Altarriba (De Ponent 22 euros y 34 euros ed. extra)
El mejor cómic español en mucho tiempo nos habla de la guerra civil, pero sin la maniquea y simplona carga ideológica a la que estamos acostumbrados. Excepcional guión que nos cuenta la biografía del padre de Altarriba, desde su infancia, a su paso por el ejercito republicano y la resistencia francesa, y su posterior adaptación en la España de los 50, hasta formar una familia resignándose a una vida gris. A destacar también, el trabajo gráfico de Kim.



George Sprott, 1894-1975, de Seth (Random House 17,90 euros)
Seth que había realizado grandes obras anteriormente como “La vida está bien si no te rindes” y “Ventiladores Clyde”, asimila en George Sprott el trabajo y las enseñanzas de Chris Ware el gigante de Nebraska. La consideración del cómic como objeto artístico valioso por sí mismo, la narración fragmentada, una preocupación por la vida interior de los personajes, encuentran su reflejo dentro del estilo sereno y que presta especial atención al paso del tiempo, de Seth. Sobre una historia aparentemente intrascendente, Seth nos habla de la vida, de sus alegrías y decepciones, de la soledad, el amor, la infancia, la memoria... El dibujo muy bonito, acercándose cada vez más al estilo de un John Stanley y con un diseño de página absolutamente espectacular.



¡Feliz Navidad a todos¡

viernes, 26 de noviembre de 2010

En un día de lluvia

Ayer leí una gran historia de cómic titulada "En un día de lluvia". Pertenece al tomo 10 de "El lobo solitario y su cachorro" de Koike y Kojima.



Esta obra tenía un prestigio mítico ya que según reconoció en su momento Frank Miller era una de sus obras de cabecera. La verdad es que la obra me parece muy buena con algunos destellos deslumbrantes aunque desigual, como no podía ser de otra manera en una serie con más de 8.700 páginas. Cuando aciertan como en este caso te impactan con la fuerza de una obra maestra. Pocas veces se ha mezclado tan bien la narración en viñetas, con la poesía, la sensibilidad, el concepto del héroe, y el sacrificio.
No me extraña que estos tebeos le gustaran a Miller y no me sorprendería que algún día dijera que por ejemplo Hartigan, de "Ese Cobarde Bastardo" está inspirado en esta historia.

lunes, 26 de julio de 2010

El canon de los comics: La Patrulla -X de Claremont y Byrne



Carlos Pacheco lo resumía perfectamente en la bitácora de su amigo Rafael Marín:
A finales de los 70 y principios de los 80 John Byrne tenía “el perfume de lo invisible”. Era el rey de los cómics norteamericanos. Sólo hay que ver que en esos años se ocupó de los X-Men, posteriormente de los 4 Fantásticos y luego fue fichado por DC para impulsar a su personaje emblema, Superman. Simultáneamente a estas obras principales, creó Alpha Flight, dibujó una esplendorosa etapa de los Vengadores y unos grandes números en Capitán América.

Sin embargo, no es menos cierto que para ello contó con la inestimable ayuda del guionista Chris Claremont y sobre todo (al menos para mí) del grandioso entintador Terry Austin. Como en tantas otras ocasiones, todo surgió del encargo que reciben unos jóvenes autores con muchas ganas y empuje, de revitalizar una colección secundaria y en decadencia. Claremont y Byrne ya habían colaborado juntos en Iron Fist, firmando varios números del Marvel Team-Up, y en la historia autoconclusiva de ciencia ficción Star-Lord (no se la pierdan si tienen ocasión), cuando al primero le encargan los guiones de los X-Men en 1975. Byrne acabaría reuniéndose con él a finales de 1977, después de pedírselo insistentemente a Jim Scooter, el editor jefe de Marvel.



Existía química entre ellos y se complementaban perfectamente. Claremont sabía tejer historias con personajes creíbles y cercanos (especialmente los femeninos), llenos de dudas y problemas existenciales, y todo ello revestido de un barniz cultural como por otra parte se presuponía en un inglés. Sin embargo, tendía al sentimentalismo y al exceso de texto, con una cierta rigidez en la parte puramente superheroica de sus historias. Precisamente lo que le sobraba a Byrne, un gran talento para la acción y la definición de los personajes a través de la caracterización física (nunca Cíclope ha sido tan delgado como su apodo denotaba) y con un gran conocimiento de la historia de los superhéroes.

Sólo hay que observar la diferencia entre los primeros números que guioniza Claremont con David Cockrum al dibujo (números 94-107), frente a la etapa co-guionizada y dibujada por Byrne (números 108-143). Por ejemplo, se dice que es Byrne el que atisba el potencial de un personaje como Lobezno, (al que ni Claremont ni Cockrum tenían en mente como el más interesante de la serie, al primero porque le interesan más los personajes femeninos y a Cockrum porque pensó en Rondador Nocturno para ese puesto), diseñado en principio como simple contrapunto de los personajes principales, un rebelde incapaz de seguir la ortodoxia representada por Cíclope.

Con Byrne el personaje gana en intensidad y atractivo y permite conectar con la mayoría de los adolescentes, deseosos de romper también con las reglas de sus mayores. El punto máximo de este ascenso a la popularidad es la legendaria viñeta final del número 132 y las peleas del número siguiente con los hombres del Club Fuego Infernal, que muestran a un Lobezno desatado y sin mostrar piedad ni arrepentimiento con sus enemigos.



De hecho, en cuanto Byrne abandonó la serie, Claremont se dispuso a redefinir el personaje de una forma más acorde con su gusto, en la famosísima serie limitada con Frank Miller, en la que el personaje transita definitivamente a la situación más conocida por todos: la del hombre misterioso y sabio con el autocontrol necesario para utilizar sus poderes y su rabia en el momento necesario.

Como resultado del añadido de Byrne, Claremont puede por fin desarrollar ese complejo tapiz emocional, seguro de que los argumentos de Byrne son muy adecuados para conseguir el favor del público. Las tramas se afilan, empezamos a empatizar con los personajes, especialmente con los femeninos, cosa prácticamente inédita hasta ese momento en el género: Jean Grey, Tormenta, Moira McTaggert, Lilandra, Stevie Hunter, y cómo no, Kitty Pride son personajes muy bien definidos y desarrollados, que aportaron una nueva vía en las historias de superhéroes.

Dentro de un conjunto de grandes historias podemos destacar muchos momentos en la serie pero nos centraremos en dos:

“La Saga de Fénix Oscura”, es la historia más importante en al colección. Se inició en el número 122, con pequeños detalles insertos en la trama del número en cuestión y básicamente parte de la idea de convertir a una de las protagonistas, la Chica Maravillosa en un supervillano, para culminar con la muerte de Jean Grey en el 137. Esta es quizá la historia más controvertida editada por Marvel, ya que en un principio la idea original era que Jean perdiera sus poderes Fénix y volviera a su estado inicial sin acordarse de sus actos malvados como Fénix Oscura. El problema residía en que en el momento de dibujar la destrucción que una Fénix poseída por la locura produce en el espacio estelar, a Byrne se le ocurrió que quedaría más impactante que destruyera no sólo una estrella sino un planeta habitado.



Esa idea que no estaba en el guión original de Claremont, supuso que Jim Shooter no aceptara la solución propuesta para el personaje y exigiera su muerte, ya que no se podía permitir que un personaje que había cometido tales actos saliera indemne. El impacto de la muerte de Jean Grey fue brutal, con cartas de fans protestando por la desaparición de su personaje favorito. Personalmente, creo que la historia adquiere mucho más fuerza dramática con el final impuesto por Shooter, ya que en esta época todavía una muerte era una muerte y algo muy definitivo. Al final, la resucitarían mediante una rocambolesca idea (curiosamente del propio Byrne) en la colección de Los Nuevos Vengadores. Mucho del atractivo de la famosa continuidad Marvel se perdería con esta resurrección y como suele decirse nada sería igual.



Mi historia favorita y creo que la de toda mi generación ochentera es “Días del Futuro pasado”, donde se hace un ejercicio de distopia, es decir imaginar un universo alternativo en el que los mutantes han sido exterminados y los supervivientes intentan cambiar su presente al enviar al pasado un agente encargado de modificar la historia.
Este tipo de historias tiene el aliciente de ver a tus personajes de toda la vida en un rol diferente, aunque en el caso de Claremont se trata de imaginar un desarrollo lógico a 30 años vista, no de epatar al lector con cambios estrafalarios y sin mucho sentido, estilo el bueno es malo, un personaje femenino se vuelve hombre etc,
Curiosamente el referente que todos tenemos en la cabeza acerca de los viajes en el tiempo para cambiar el futuro, Terminator, es de 1984 mientras que el tebeo salió a la calle en 1981. Desconozco el dato de si Cameron estaba influenciado por el cómic pero bien podía haber sido así.


Es el canto del cisne de Byrne como dibujante y muchos creen que el esfuerzo de acabar esos números a tiempo con el nivel de detalle de escenarios y fondos, le indujo a simplificar su estilo centrándose en las figuras y abandonando progresivamente el desarrollo de todo lo demás.

Esta aventura se convertiría instantáneamente en un referente dentro de la colección así como una fuente para futuras historias: El personaje de Rachel, el Mojoverso, un Magneto bondadoso, etc.

Como resumen, podemos decir que los X-Men supusieron la conjunción del talento con la coyuntura necesaria para hacer de un título menor, uno de las mayores fenómenos de los cómics norteamericanos.

Actualización: Acabo de leer via Entrecómics una entrevista a Claremont y Byrne muy interesante que traducen en Frog 2000. Os prometo que hice el post antes de leerla je, je,.